¡Hola a todos!
Ya estoy en casa pero no quiero dejar de contar un poco sobre los últimos días.
Después de disfrutar del amanecer en Ayers Rock desde el mirador del hotel preparé la maleta y volé a Sydney. Allí me estaban esperando mis primos Marcelino, Pepi, Mari Carmen y Phillip y nos fuimos a ver playas cercanas a Sydney y ver el atardecer. Realmente la costa cerca de Sydney es impresionante y presenta acantilados y playas de arena fina en muchos sitios y están muy bien acondicionadas y cuidadas. Hacía un poquito fresco por el viento que soplaba, pero por suerte no llovía.
Después fuimos a cenar al Club que frecuentan y que realmente no deja de fascinarme por lo grande que es y las diferentes actividades que allí se pueden hacer. Esta vez vimos y oímos a los que se atrevían con el karaoke y como siempre las máquinas tragaperras estaban muy frecuentadas.
Regresamos a casa porque se nos hacía tarde y teníamos que parar en casa de Marcelino donde Mari Carmen había dejado su coche.
El lunes me fuí yo sola al centro de Sydney en tren desde Cronulla que es donde vive mi prima. El tiempo era variable pero parecía que iba a mantenerse sin llover. Sin embargo cuando bajé del tren, una hora después de salir, estaba lloviendo. ¡Parece que soy un poco gafe! Pero la lluvia solo duró una media hora y no fue muy fuerte. Estuve viendo la zona de The Rocks, al lado opuesto de Circular Quay (en el otro lado está la Opera House) donde hay casas de los primeros que se instalaron por aquí. Luego fui al observatorio pasando muy cerca del puente Harbour Bridge que es impresionante. Su construcción me recordó a la Torre Eiffel con todas las vigas de metal y las tuercas que se ven. El observatorio está situado en una zona elevada de la ciudad y se puede disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad, la bahía y el puente. Para entonces había salido el sol y fue estupendo.
Regresé al centro pasando por una pequeña iglesia Anglicana muy bonita con el techo de madera. Fui derecho a la Torre de Sydney y subí para disfrutar de las vistas que se ven desde esas alturas. Es muy bonito ya que toda la costa está recortada con un montón de muelles para barcos, playas para bañarse, y muchas zonas verdes. La verdad es que es una bonito forma de despedirse de Sydney porque aunque no pude hacer mucho la primera semana que estuve aquí, al fín he podido ver lo bonita que es esta ciudad desde arriba.
Luego me acerqué al parque Hyde Park y a los Jardines Botánicos. Los árboles de Hide Park son impresionantes por lo altos que son y tiene una fuente muy bonita. Los Jardines Botánicos también son espectaculares. Allí volví a ver una colonia de murciélagos gigantes muy ruidosos y muchas plantas y árboles especiales. Pero por desgracia se me terminaba el tiempo y tuve que regresar hasta la estación donde cogí el tren de regreso. Me tocó plena hora punta (17h30) y el tren estaba a rebosar. ¡Qué recuerdos! Igual que cuando vivía en Francia y tenía que viajar a París. Y también los dos años que estuve en Madrid. La verdad es que para hacerlo de visita turística, bien, pero para hacerlo a diario, no gracias. Tenemos que saber valorar la calidad de vida que nos proporciona el vivir en zonas más pequeñas donde no es necesario pasarse tanto tiempo viajando para ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. Yo desde luego ya no quiero pasar por eso. Ahora prefiero vivir en un lugar más pequeño y tranquilo y lejos de todo este trajín diario.
Llegué a Cronulla donde hacía una tarde muy tranquila y soleada. Este si que me parece un buen sitio para vivir ya que tiene todo lo necesario (tiendas) y además unas playas muy cerca y bien acondicionadas.
Ya eran más de las 6h de la tarde y Mari carmen llamo a su hija para ver si se podía acercar con su hija Tayla de 4 añitos que no llegué a conocer la otra vez porque estaba dormida.
Nos pusimos a cenar y antes de terminar llegó Sandra con su hija que es realmente una monada. Por suerte no me extrañó nada y pude jugar un poco con ella. Es un encanto.
Después nos hicimos algunas fotos y se tuvieron que marchar porque al día siguiente tenía que madrugar para ir al cole.
El último día fui con Mari Carmen que me enseñó las playas cercanas con las piscinas de agua salada y gente haciendo surf. Un señor que nos oyó hablar Español enseguida nos preguntó que de donde éramos y estuvimos charlando un buen rato. Le hacía mucha ilusión porque no hay muchos españoles y sus padres viven en un pueblo de Málaga. Vinieron a Australia donde él nació pero luego regresaron, aunque él decidió volver de nuevo a Australia con otra hermana. Fue una charla muy agradable y con ella se me acabó el tiempo de que disponía antes de ir al aeropuerto. Fuimos a casa a comer algo. Allí nos esperaban Marcelino y Pepi para acompañarme al aeropuerto. Me despedí de Phillip y Marcelino, Pepi y Mari Carmen me llevaron al aeropuerto donde nos despedimos.
Tengo que agradecerles todas las atenciones que tuvieron conmigo. Me lo he pasado muy bién y me llevo un recuerdo maravilloso de mi estancia en Australia donde tengo una familia que ha ido creciendo y me ha encantado ver de nuevo a mis primos de los que tenía recuerdos muy lejanos y conocer a sus hijos y nietos. Es estupendo saber que hay gente que te quiere al otro lado del mundo. Mis padres no han podido hacer este viaje porque son muy mayores pero yo ya les he trasmitido el cariño que le tienen mis primos y que me han demostrado.
Bueno, bueno, ya está bien de sentimentalismos, pero es lo que toca en las despedidas, sobre todo cuando se trata de un lugar tan lejano que no sabes cuando vas a poder regresar.
Ya subí al avión y me harté de estar sentada: 10 horas hasta Singapore, una hora para rellenar de combustible, y otras 13 horas hasta Londres. Después 3 horas de espera en el aeropuerto, otro vuelo de 2 horas y media para llegar a Madrid donde por suerte me estaba esperando mi sobrina Silvia para irnos a Valladolid juntas en su coche. Llegamos a las 5h de la tarde y aunque esté cansada, todo ha ido bién y he disfrutado mucho de este viaje que era todo un reto para mi.
Besos a todos
Rosa
Ya estoy en casa pero no quiero dejar de contar un poco sobre los últimos días.
Después de disfrutar del amanecer en Ayers Rock desde el mirador del hotel preparé la maleta y volé a Sydney. Allí me estaban esperando mis primos Marcelino, Pepi, Mari Carmen y Phillip y nos fuimos a ver playas cercanas a Sydney y ver el atardecer. Realmente la costa cerca de Sydney es impresionante y presenta acantilados y playas de arena fina en muchos sitios y están muy bien acondicionadas y cuidadas. Hacía un poquito fresco por el viento que soplaba, pero por suerte no llovía.
Después fuimos a cenar al Club que frecuentan y que realmente no deja de fascinarme por lo grande que es y las diferentes actividades que allí se pueden hacer. Esta vez vimos y oímos a los que se atrevían con el karaoke y como siempre las máquinas tragaperras estaban muy frecuentadas.
Regresamos a casa porque se nos hacía tarde y teníamos que parar en casa de Marcelino donde Mari Carmen había dejado su coche.
El lunes me fuí yo sola al centro de Sydney en tren desde Cronulla que es donde vive mi prima. El tiempo era variable pero parecía que iba a mantenerse sin llover. Sin embargo cuando bajé del tren, una hora después de salir, estaba lloviendo. ¡Parece que soy un poco gafe! Pero la lluvia solo duró una media hora y no fue muy fuerte. Estuve viendo la zona de The Rocks, al lado opuesto de Circular Quay (en el otro lado está la Opera House) donde hay casas de los primeros que se instalaron por aquí. Luego fui al observatorio pasando muy cerca del puente Harbour Bridge que es impresionante. Su construcción me recordó a la Torre Eiffel con todas las vigas de metal y las tuercas que se ven. El observatorio está situado en una zona elevada de la ciudad y se puede disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad, la bahía y el puente. Para entonces había salido el sol y fue estupendo.
Regresé al centro pasando por una pequeña iglesia Anglicana muy bonita con el techo de madera. Fui derecho a la Torre de Sydney y subí para disfrutar de las vistas que se ven desde esas alturas. Es muy bonito ya que toda la costa está recortada con un montón de muelles para barcos, playas para bañarse, y muchas zonas verdes. La verdad es que es una bonito forma de despedirse de Sydney porque aunque no pude hacer mucho la primera semana que estuve aquí, al fín he podido ver lo bonita que es esta ciudad desde arriba.
Luego me acerqué al parque Hyde Park y a los Jardines Botánicos. Los árboles de Hide Park son impresionantes por lo altos que son y tiene una fuente muy bonita. Los Jardines Botánicos también son espectaculares. Allí volví a ver una colonia de murciélagos gigantes muy ruidosos y muchas plantas y árboles especiales. Pero por desgracia se me terminaba el tiempo y tuve que regresar hasta la estación donde cogí el tren de regreso. Me tocó plena hora punta (17h30) y el tren estaba a rebosar. ¡Qué recuerdos! Igual que cuando vivía en Francia y tenía que viajar a París. Y también los dos años que estuve en Madrid. La verdad es que para hacerlo de visita turística, bien, pero para hacerlo a diario, no gracias. Tenemos que saber valorar la calidad de vida que nos proporciona el vivir en zonas más pequeñas donde no es necesario pasarse tanto tiempo viajando para ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. Yo desde luego ya no quiero pasar por eso. Ahora prefiero vivir en un lugar más pequeño y tranquilo y lejos de todo este trajín diario.
Llegué a Cronulla donde hacía una tarde muy tranquila y soleada. Este si que me parece un buen sitio para vivir ya que tiene todo lo necesario (tiendas) y además unas playas muy cerca y bien acondicionadas.
Ya eran más de las 6h de la tarde y Mari carmen llamo a su hija para ver si se podía acercar con su hija Tayla de 4 añitos que no llegué a conocer la otra vez porque estaba dormida.
Nos pusimos a cenar y antes de terminar llegó Sandra con su hija que es realmente una monada. Por suerte no me extrañó nada y pude jugar un poco con ella. Es un encanto.
Después nos hicimos algunas fotos y se tuvieron que marchar porque al día siguiente tenía que madrugar para ir al cole.
El último día fui con Mari Carmen que me enseñó las playas cercanas con las piscinas de agua salada y gente haciendo surf. Un señor que nos oyó hablar Español enseguida nos preguntó que de donde éramos y estuvimos charlando un buen rato. Le hacía mucha ilusión porque no hay muchos españoles y sus padres viven en un pueblo de Málaga. Vinieron a Australia donde él nació pero luego regresaron, aunque él decidió volver de nuevo a Australia con otra hermana. Fue una charla muy agradable y con ella se me acabó el tiempo de que disponía antes de ir al aeropuerto. Fuimos a casa a comer algo. Allí nos esperaban Marcelino y Pepi para acompañarme al aeropuerto. Me despedí de Phillip y Marcelino, Pepi y Mari Carmen me llevaron al aeropuerto donde nos despedimos.
Tengo que agradecerles todas las atenciones que tuvieron conmigo. Me lo he pasado muy bién y me llevo un recuerdo maravilloso de mi estancia en Australia donde tengo una familia que ha ido creciendo y me ha encantado ver de nuevo a mis primos de los que tenía recuerdos muy lejanos y conocer a sus hijos y nietos. Es estupendo saber que hay gente que te quiere al otro lado del mundo. Mis padres no han podido hacer este viaje porque son muy mayores pero yo ya les he trasmitido el cariño que le tienen mis primos y que me han demostrado.
Bueno, bueno, ya está bien de sentimentalismos, pero es lo que toca en las despedidas, sobre todo cuando se trata de un lugar tan lejano que no sabes cuando vas a poder regresar.
Ya subí al avión y me harté de estar sentada: 10 horas hasta Singapore, una hora para rellenar de combustible, y otras 13 horas hasta Londres. Después 3 horas de espera en el aeropuerto, otro vuelo de 2 horas y media para llegar a Madrid donde por suerte me estaba esperando mi sobrina Silvia para irnos a Valladolid juntas en su coche. Llegamos a las 5h de la tarde y aunque esté cansada, todo ha ido bién y he disfrutado mucho de este viaje que era todo un reto para mi.
Besos a todos
Rosa