Ayer me recogió el bus como previsto. El chofer muy majo. Esta vez solo íbamos 3 y una era también de las que ayer hizo un trozo de camino conmigo pero se bajó antes. Nos paramos en la costa donde había un faro y unos acantilados con rocas en el mar preciosos, pero para verlo bién tuvimos que andar unos 500 m cuesta arriba y con mucho viento. Pero un poco de ejercicio no viene mal y la vista merecía la pena.
Luego un poco más adelante paramos en una playa donde pudimos ver un par de pingüinos de ojos amarillos, una especie propia de estas tierras si no me equivoco.
Después continuamos el viaje con una parada en un bar donde habíamos encargado algo de comer ya que por aquí se cena sobre las 6 o las 7 de la tarde e íbamos a llegar a las 8 pasadas.
Llegamos al albergue y esta vez me tocó en una habitación mixta de 6, pero por suerte todas las camas están en el suelo, no hay literas. Es una habitación abuhardillada bastante amplia.
Enseguida bajé a hacer la colada y cuando terminó la lavadora opté por tender la ropa fuera en vez de usar la secadora aún a riesgo de que cayera algún chaparrón. Pero tuve suerte y no llovió.
Esto fue ayer. Hoy me he levantado pronto y he ido al isite a informarme de bastantes cosas. Lo primero que he reservado es una excursión para ver animales y en particular albatros porque hay una colonia de estos animales aquí. Luego fui a la biblioteca y pude conectarme y hablar un rato con Manolo y Julia. Todo bien por Valladolid al parecer aunque con un poco de frío. Aquí hace un poco fresquito pero se está bien con una chaqueta. Después fui al super y compré algo para desayunar principalmente. Regresé al albergue y reservé una noche más aquí porque en información me habían dicho que podía hacer una excursión a un sitio cercano por un precio razonable. Pero cuando fui a reservarla resultó que el precio estaba mal y era casi el triple y no me merecía la pena. En fin, ya veré en que empleo ese día de más en Dunedin. Reservé también los trayectos en bus entre Dunedin y Wanaka, entre Wanaka y Greymouth y el tren escénico entre Greymouth y Christchurch. Es bastante estresante tener que pensar en todo esto y no equivocarse en las fechas.
Luego aproveché para dar un paseo por el centro de la ciudad que es universitaria y bastante agradable. La zona más céntrica se llama el octógono porque sus calles tienen esa forma y la parte central es bastante bonita.
Una iglesia que visité es la más antigua de Nueva Zelanda.
Después regresé al hostal para que me diera tiempo a recoger la ropa y comer algo antes de salir para la excursión.
Fue muy interesante: Empezamos a recorrer la península parando para ver los diferentes pájaros que nos encontramos a la orilla del mar. No siempre se veían bien porque no podíamos salir de la furgoneta, pero nos dieron prismáticos a todos y fue acceptable.
Para que no faltara nada al ambiente neozelandés se había levantado un aire fuertísimo pero, visto la forma que adoptan los árboles, debe de ser de lo más normal. Nos acercamos a un lugar de la costa donde hay una colonia de albatros, esos pájaros que son enormes y tienen una envergadura de 3 metros cuando extienden las alas. Vimos algunos planear y son majestuosos.
Había también muchos cormoranes y gaviotas.
Luego pasamos por una zona llena de cisnes negros, en las zonas más tranquilas de la península. Se veían puntos negros por todas partes, seguramente más de 100.
A continuación fuimos a un lugar muy solitario y privado donde solo tenían acceso los del tour y bajamos andando hasta la playa. Allí nos encontramos con muchos pingüinos de ojos amarillos, aunque parece ser que lo que es amarillo es como una máscara que tienen alrededor de los ojos.
Nos encontramos después con un par de leones marinos completamente agotados después de haber estado mucho tiempo en el mar en busca de pareja.
Vimos a más pingüinos en la playa que regresaban a sus nidos donde les esperaban sus hijitos. Los nidos los tienen en el monte, y es muy gracioso porque se pueden ver los pingüinos en medio de las ovejas pastando.
La foto no es muy buena porque tuve que poner el zoom a tope y era imposible mantener la cámara inmóvil por culpa del intenso viento. Pero os hacéis a la idea de la situación.
Vimos también a más focas regresando a la mar. Después subimos la cuesta terrible que habíamos bajado poniendo a prueba todas mis energías (no recordaba haber subido tanto monte desde hacía mucho tiempo). Y el colmo es que volvimos a bajar por el otro lado a unas rocas bañadas por las olas donde se encontraban decenas de focas jugando las unas con las otras. Fué realmente entretenido y bonito ver como se movían y jugaban. Las fotos no han salido muy bien porque estaba oscureciendo.
Y después de volver a subir una cuesta interminable, subimos a la furgoneta y regresamos cada uno a nuestro alojamiento.
Y dormimos plácidamente.
Besos
Rosa